La serie de los antropomorfos comenzó de una forma curiosa. Hagamos un poco de historia.
En las clases de antropología filosófica, en el instituto, con los alumnos, hablamos del tema de la conciencia. Conciencia en sentido general (no en el sentido de “conciencia moral”). Hablamos de la conciencia de los seres humanos, y de la conciencia de los animales. (Los animales superiores la tienen con total evidencia; los inferiores cuesta más verlo, pero también). Y luego hablamos de la conciencia de las plantas. Esto genera un verdadero debate, muy rico en sugerencias. Tras esto pasamos a explorar la posibilidad de otras formas de conciencia. Conciencia expandida a través de drogas. Conciencia expandida a través de ejercicios espirituales (meditación, yoga, zen…). Conciencia expandida en los místicos, santos, chamanes, visionarios… y cualesquiera otras personas que hayan indagado en los límites del conocimiento humano de la realidad. El tema en general despierta en los chavales inquietud y curiosidad mezcladas.
Un día (aquí viene lo bueno) un alumno me preguntó si en filosofía se aceptaba la posibilidad de vida en otros planetas. Le dije que por supuesto que sí (recordé a Giordano Bruno, y su hipótesis de la infinitud de mundos habitados, por la cual fue quemado en la hoguera… y esto dio para buena parte de la clase). El alumno volvió a levantar la mano y preguntó si la idea de una vida extraplanetaria admitía también el que existieran especies inteligentes al nivel de la nuestra. Yo le dije que ese era un tema más difícil, pero que en buena lógica, y si no excluíamos ninguna posibilidad, la respuesta debería ser afirmativa. Y el chaval, no satisfecho del todo, me lanzó la tercera (definitiva) pregunta: Y… ¿cómo será el cuerpo, el organismo, de esas otras especies inteligentes (de nivel similar al humano) de otros planetas habitados? Y ya nos dio el tema para acabar esa clase entera y buena parte de la clase del día siguiente.
Pero a mí la pregunta se me quedó resonando en el interior durante varios días: …Cuando los seres vivos evolucionan en un planeta (el que sea) y desarrollan sus cuerpos conforme a las condiciones ambientales que tengan… al ir manifestando niveles evolutivos superiores en inteligencia y conciencia con el paso del tiempo… ¿tenderán a desarrollar organismos similares al cuerpo humano?, ¿o más bien podrán ser de formas muy variadas y diferentes a la nuestra?
Todo ello me era muy sugerente, y me hizo comprender que tal vez el organismo humano sea una forma arquetípica propia de determinado nivel de conciencia. O tal vez no, y resultaba que podía haber otras formas arquetípicas donde la conciencia y la inteligencia se manifestaran también al mismo nivel que el humano. Así que decidí hacer una serie de dibujos sobre posibles formas orgánicas, muy cercanas a lo humano, que supuestamente tuvieran un nivel de conciencia como mínimo como el nuestro. Y de los dibujos pasé a los bocetos para cuadros medianos, y de ahí a los cuadros grandes. La experiencia me gustó mucho. Y la serie cuenta ya con unos 30 cuadros aproximadamente.
Por eso la serie “Antropomorfos” indaga sobre los límites y las posibilidades de la figura humana (y transhumana o parahumana) como encarnación de lo espiritual en la materia.
Luego, a lo largo de la serie, comprendí que esta idea no era nueva. Y que, por ejemplo todas las figuraciones artísticas de ángeles y demonios, iban en la misma línea. También las imágenes de mitología o leyendas de la antigüedad. Y que en la iconografía oriental hay un montón de investigación sobre el tema (seres celestes, dioses menores, habitantes de los inframundos…). Así que me sentí un poco defraudado por mi falta de originalidad, y a la vez acogido por toda una corriente artística que toma esto como tema serio y suficiente de sus obras de arte.
Nota: Si queréis ver las imágenes de la serie, id al final del blog.
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